ENCRUCIJADA DE CAMINOS (1)
Down by law (Bajo el peso de la ley, Jim Jarmusch, 1986)

Jim Jarmusch siempre ha sentido apego por los personajes desarraigados, marginales y errantes. Como Zach y Jack cuyo espíritu outsider se ve acentuado por los rostros y la música de Tom Waits y John Lurie. Dos canciones y una banda sonora que navega por los terrenos del jazz de vanguardia envuelven un relato sobre el desapego y la incomunicación.

Zach (Tom Waits) dibuja una raya sobre la pared de la celda por cada día que pasa encarcelado. Cinco días son cinco rayas que después une con una línea transversal. Y el trazo adquiere forma de signo. Uno tras otro van formando un renglón. Después son dos, luego tres, cuatro,... Pero, dentro de ese orden, alterna la posición de los signos: uno vertical, el siguiente horizontal, uno vertical… y así, sucesivamente. Con el avance de los días, se forma un enigmático conjunto que se asemeja a la caligrafía japonesa. Una metáfora visual que acentúa la incomunicación que une a Zach y sus dos compañeros de celda, Jack (John Lurie), cuya similitud fonética provoca la confusión de Roberto (Roberto Benigni), un italiano locuaz y expresivo que habla mal inglés y por ello guarda con celo un cuadernillo donde apunta palabras y expresiones.

Lo absurdo del asunto es que sea un individuo con un deplorable dominio del idioma quien haga los mayores esfuerzos por resquebrajar el muro de silencio en el que se halla sumida la convivencia de los tres reclusos. Aunque el mutismo entre Zach y Jack había mostrado alguna fisura cuando el primero dice ser disc jockey de radio y el segundo le pide que lo demuestre. Zach larga un monólogo sobre la previsión meteorológica que no sólo convence a Jack, sino que éste esboza por primera vez una sonrisa.

Antes del arresto, Jack era un proxeneta dedicado a trapicheos de poca monta que se ha dejado convencer para aceptar una cita concertada con una joven en la habitación de un hotel. Una vez allí, descubre que, en realidad, es una menor, momento en el que le sorprende la policía y se percata de que le han tendido una trampa. Sin embargo, Zach tiene una monumental bronca con su novia, Laurette (Ellen Barkin), que le reprocha su desidia emocional y laboral. Tras expulsarle del apartamento y arrojar sus enseres por la ventana, el locutor se entrega al alcohol y al vagabundeo por las calles de Nueva Orleáns. Mientras apura su botella repantigado sobre una caja, un desconocido le propone un trabajo fácil: conducir un automóvil de un lugar a otro de la ciudad. Acepta. Pero durante el trayecto le para un coche patrulla. Después el registro y el encuentro de un cadáver en el maletero. Por último Roberto que, según relata a sus compañeros de celda, ha sido encerrado porque, defendiéndose de una provocación, ha matado accidentalmente con una bola de billar a uno de sus agresores.

Seres de los que apenas se conoce su pasado, forzados a estar juntos por las circunstancias y que encarnan la imagen del perdedor. “No tienes futuro” le espeta Laurette a un indiferente Zach durante su ruptura. Al igual que Bobbie (Billie Neal), una prostituta negra que recrimina a Jack su condición de fracasado sentenciando que “Quizá aún haya esperanza para ti”. Personajes que han ido a dar con sus huesos en la cárcel arrastrados por su ingenuidad y cuya indolencia les impide tan siquiera defender su inocencia ante los cargos que les inculpan. Quizá son conscientes de su derrota y tan sólo les resta abandonarse a su suerte.

Tras fugarse los tres de la cárcel, errarán dando círculos por los pantanos hasta encontrar un modesto restaurante que regenta Nicoletta (Nicoletta Braschi, su mujer en la vida real y su actriz habitual). El italiano encuentra el amor y con ello una nueva esperanza. Pero Zach y Jack proseguirán su camino.

La mirada de Jarmusch
La mirada a las pequeñas cosas. Así se podría definir de un trazo el cine de Jim Jarmusch en general y Down by law en particular. Definida por su director como una "neo-beat-noir-comedy", sigue las estrategias de la puesta en escena teatral. Tres partes bien diferenciadas, es decir, el naufragio de sus protagonistas que culmina con sus respectivas detenciones, la estancia en la cárcel y la huída a través de los pantanos. Episodios subrayados por los lugares donde transcurre la trama: la ciudad, la prisión y la naturaleza.

Partes a su vez subdivididas en bloques de largas secuencias dentro de un mismo escenario. La estancia en el penal se reduce tan sólo a la celda en la que se encuentran recluidos. Después los pantanos de Luisiana cuya espesa y monótona vegetación acabará convirtiéndose en una suerte de prisión vegetal que amplifica, si cabe aún más, la desorientación vital por la que navegan los tres personajes. Algo que subraya la disposición del interior de la cabaña en la que pernoctan, de una apariencia similar al calabozo donde han estado confinados. Pero a Jarmusch no le interesa la acción. De hecho, la fuga se resuelve en no más de un par de planos. No muestra el plan trazado de la evasión, ni a los perseguidores: tan sólo se sugiere con los lejanos ladridos de los perros en off. Pero no importa. Lo esencial es la relación entre esos tres seres marginales que apenas tienen cosas que contarse y a los que no les queda más remedio que huir juntos hacia ninguna parte.

Sencillez estética apoyada por las cuidadas imágenes en blanco y negro de Robby Müller, director de fotografía habitual de Wim Wenders, y con el que el cineasta americano volvería a repetir en títulos como Mistery train (1989), Dead Man (1995) o Ghost dog (1999). Imágenes que representan el lado gris del american way life desde el inicio del film. Travellings laterales de cementerios, paisajes urbanos o parajes naturales con desvencijadas cabañas de madera. La cara de la marginalidad. El mundo al que pertenecen los protagonistas.

apoyada por las notas de Lurie
Si hay un hecho que pueda definir un espíritu a contracorriente como el de Lurie es el de la producción del álbum The Legendary Marvin Pontiac’s Greatest Hits (2000) en su sello discográfico Strange & Beautiful Music. La leyenda cuenta que Pontiac (1932-1977) fue un enigmático bluesman de oscura y errática biografía que, entre otras cosas, se peleó con Little Walter, que participó en un asalto a un banco en 1950, que fue abducido por los extraterrestres en 1970 o que estuvo internado en un psiquiátrico. Pero la realidad es que era un personaje ficticio que inventó del propio Lurie, algo que nunca admitió en público para dar rienda suelta a sus inquietudes artísticas: de hecho, es él mismo quien canta en la grabación. El disco, entre cuyos intérpretes se encuentran su hermano Evan, John Medeski o Marc Ribot, fue el último trabajo discográfico de Lurie ya que en aquella época estaba aquejado por la enfermedad de Lyme, también conocida como borreliosis, una extraña dolencia que había dado sus primeras señales en 1994 causándole, entre otros trastornos, migrañas que, con el paso de los años, desembocaron en fuertes dolores de cabeza que le impedían escuchar música, por lo que, a partir de entonces, se dedicó a la pintura.

Pero una veintena de años atrás, Lurie se había convertido en un singular saxofonista del downtown neoyorquino desde que en 1978 fundó el grupo The Lounge Lizards junto con su hermano el pianista Evan Lurie. Un combo que navegaba por los terrenos del jazz experimental y de vanguardia, que el propio Lurie definió como "fake jazz", con influencias de músicos como Ornette Coleman. Grabaron poco menos que una decena de álbumes registrando el último, Queen of all ears (1998), bajo los auspicios del sello Strange & Beautiful Music, que creó el propio Lurie.[2]

Desarrolló en paralelo una carrera como compositor cinematográfico aunque no llegaría a firmar algo más de una decena de partituras. La primera, en la que también participó como actor, fue para Permanent vacation (1980), el debut de Jarmusch como director. A esta le siguió Extraños en el paraíso (Strangers than paradise, 1984), en la que Lurie además de encargarse de la música, interpreta a uno de los protagonistas, y Mistery Train (1989)[3].

Y entre medias la banda sonora de Down by law, para cuya sesión de grabación Lurie contó con algunos de los miembros de The Lounge Lizards, como los guitarristas Arto Lindsay y Marc Ribot -que en esta ocasión se encarga del banjo y la trompeta- o el trombonista Curtis Fowlkes, a los que se les unió el percusionista Nana Vasconcelos. Una banda sonora concebida con una rica variedad de registros que navegan por los parámetros más vanguardistas del jazz. Armonías casi minimalistas que desprenden ciertas influencias del free de Ornette Coleman y que enfatizan, no sólo el desasosiego que desprenden las atmósferas por las que transitan los protagonistas, sino que van intensificando los conflictos emocionales de los personajes. Fragmentos de no demasiada duración en los que el saxo alto de Lurie va trazando la melodía principal.

En What do you know about music hay un diálogo atonal entre el saxo y el trombón, a su vez secundados por el chelo y la percusión, pieza que ilustra la secuencia en la que, tras su disputa sentimental, un indiferente Zach tan sólo acierta a cambiarse de zapatos sentado en la acera por la que se encuentran desperdigadas las escasas pertenencias que su novia ha arrojado por la ventana.

Pero son los dúos de saxo y trombón los que dibujan numerosos registros sonoros: desde los fraseos más melódicos con ciertos efluvios de swing que desprende Strangers in the day, marcando la escena en la que la prostituta negra reprocha a Jack su ruinosa vida; a los decididamente experimentales en Promenade du Maquereau, cuando Jack se dirige al hotel en el que se halla la menor. O bien los diversos segmentos que acompañan el periplo por los pantanos, armonías atonales cercanas en ocasiones al free como Are you warm enough again?, Swamp o Fork in the road, tema que acompaña la última secuencia, la de la separación de Jack y Zach en una bifurcación de caminos.

y las canciones de Waits
La banda sonora se complementa con dos temas de Tom Waits pertenecientes a su álbum Rain Dogs (1985): Jockey full of bourbon cuyas notas remarcan los paisajes urbanos y naturales de Luisiana del principio de la película, y Tango Hill they’re sore en los créditos finales. Piezas que, como sabe el buen conocedor de Waits, se inspiran en cuanto a las letras en el espíritu beatnik de William Burroughs o Jack Kerouac y en cuanto a la música en las armonías primitivas del jazz, el blues o el cabaret, con influjos de Louis Armstrong y Kurt Weill entre otros. Un tercer tema, It’s raining cantado por Irma Thomas, es el que suena en el jukebox del restaurante, que selecciona Roberto para bailar con Nicoletta.

«Mi mamá solía decir que EEUU es como un “gran crisol”, porque si lo pones a hervir, decía, toda la escoria sube a la superficie» expresa Bobbie a Jack, al principio del film. Pero el retrato de Jarmusch produce empatía porque ese patetismo humaniza a sus seres. Y hay lugar para la esperanza: para Roberto en el amor. Para Zach y Jack en el propio acto de vagar, dejando que el azar les lleve hacia ninguna parte.

CARLOS TEJEDA
(1) Artículo publicado en la revista CUADERNOS DE JAZZ, nº 113-114, julio/octubre de 2009, pp. 74-79.

NOTAS
[2] The lounge lizards (1981) fue su primer disco, al que siguieron otros como No pain for cakes (1987) o Voice of chunk (1988), además de otros en directo caso de Live from the Drunken Boat (1983), Big Heart: Live in Tokio (1986) o Live in Berlin (1991).

[3] John Lurie ha compuesto otras bandas sonoras como
Subway riders (Amos Poe, 1981), Keep it for yourself (Claire Denis, 1991), algunos temas para Blue in the face (Paul Auster y Wayne Wang, 1995) o Animal factory (Steve Buscemi, 2000). Compaginó su actividad musical con pequeñas apariciones en films, como por ejemplo en La última tentación de Cristo (The Last Temptation of Christ, Martin Scorsese, 1988) o Corazón salvaje (Wild at Heart, David Lynch, 1990). Incluso llegó a ponerse detrás de las cámaras para filmar una serie documental para televisión bajo el epígrafe Fishing with John (1991) en la que aparecían actores como Willen Dafoe, Matt Dillon o Dennis Hopper, además de Jim Jarmusch y Tom Waits.

Ficha técnica y artística
Dirección y guión: Jim Jarmusch
Productor: Alan Kleinberg
Fotografía: Robby Müller
Música: John Lurie
Canciones:
Jockey full of bourbon y Tango Hill they’re sore de Tom Waits; It’s raining cantada por Irma Thomas
Montaje: Melody London
Reparto: Tom Waits (Zach), John Lurie (Jack), Roberto Benigni (Roberto), Ellen Barkin (Laurette), Billie Neal (Bobbie), Rockets Redglare (Gig), Vernel Bagneris (Preston), Nicoletta Braschi (Nicoletta), Timothea (Julie), L. C. Drane (L. C.), Joy Houck Jr. (Detective Mandino).

Músicos
John Lurie (sa, arm)
Curtis Fowlkes (tb)
Marc Ribot (g, tp, banjo)
Arto Lindsay (g)
Nana Vasconcelos, E. J. Rodríguez (perc)
Doug B. Bowne (bat)