MUCHA VIDA Y POCA OBRA (1)

Ya Giorgio Vasari en su libro "Vidas de los mejores pintores, arquitectos y escultores italianos" (1550, revisado en 1568) contribuye al enaltecimiento de la figura del artista en una época, el Renacimiento, en la que se comienza a reivindicar el papel del creador plástico frente al artesano. Exaltación que el decimonónico romanticismo consolidará y mitificará, y que el cine, al igual que la literatura, alargará fijándose más en los conflictivos aspectos biográficos del genio (ser maldito, mujeriego, incomprendido,...), que en el propio hecho artístico.

De lo último ha habido pocos pero destacados ejemplos: Andrei Rublev (1966) pintor de iconos ruso del s. XV que le sirve a Tarkovski como reflexión sobre la creación artística y la labor social del artista frente al poder; El decamerón (1971) en el que el propio Pasolini interpreta a Giotto; la controvertida Caravaggio (1986) personalísimo acercamiento de Derek Jarman al pintor italiano; o la reciente La joven de la Perla (2003) ficticia relación entre Vermeer (Colin Firth) y la criada (Scarlett Johansson) retratada en el cuadro que da título, tanto a la novela como a la película, y en la que Peter Webber medita, entre otras cosas, sobre el binomio artista y modelo.

Vida emocional
Aparte de los largometrajes que muestran determinados episodios biográficos como el enfrentamiento entre Miguel Ángel (Charlton Heston) y el Papa Julio II (Rex Harrison) durante la ejecución de la Capilla Sixtina en la excelente El tormento y el éxtasis (Carol Reed, 1965), la mayoría se centrarán básicamente en la vida emocional del biografiado. Caso de Rembrandt (1936) uno de los primeros biopics de pintores dirigido por Alexander Korda con una brillante interpretación de Charles Laughton encarnando al genio de Leiden. O desde otra perspectiva Cinco mujeres alrededor de Utamaro (Kenji Mizoguchi, 1946) sobre el retratista Utamaro Kitagawa (1753-1806), a su vez alter ego del propio director en uno de sus temas predilectos: la figura femenina.

Sin embargo, la vida bohemia, como en el París de entre los siglos XIX y XX, ofrecerán historias jugosas al entremezclarse elementos como los míseros estudios, la incomprensión, el alcohol, la soledad, la mala salud o los conflictos amatorios. Directrices por las que se mueven el diminuto Toulouse-Lautrec (José Ferrer) en Moulin Rouge (John Huston, 1952) o el desolado Modigliani, al que Gérard Philipe pone rostro en Los amantes de Montparnasse (Montparnasse 19) (Jacques Becker,1957), y centrada en la última etapa de su vida al lado de Jeanne Hébuterne (Anouk Aimée).

Vincent Van Gogh, es uno de los pintores que más veces se ha llevado al celuloide: desde la hollywoodense El loco del pelo rojo (Vicente Minnelli, 1956) a quien Kirk Douglas dio vida acompañado por un muy inspirado Anthony Quinn en la piel de Gauguin; The Life and Death of Vincent Van Gogh (Paul Cox 1988), reconstrucción cinematográfica de las cartas a Theo; Vincent y Theo (Robert Altman, 1990) recreación de la relación entre los dos hermanos – Tim Roth y Paul Rhys respectivamente-, el episodio titulado Cuervos de Los sueños de Akira Kurosawa (1990) donde un estudiante de arte se adentra en la obra del pintor holandés a quien interpreta Martín Scorsese o el Van Gogh (1991) de Maurice Pialat , una visión acaso mas humanizada del artista personificado por Jacques Dutronc.

Biografías
Recientemente se han trasladado al cine biopics de algunas figuras del arte del siglo XX: Sobrevivir a Picasso (James Ivory, 1996) que muestra la década, salpicada de infidelidades, en la que el pintor malagueño (Anthony Hopkins) estuvo unido a Françoise Gilot; el pintor Julian Schnabel rodó en 1996 Basquiat, biografía del malogrado artista descubierto por Warhol (rol que hace David Bowie), cuyo atentado por parte de una feminista refleja Yo disparé a Andy Warhol (Mary Harron, 1996); El amor es el demonio (John Maybury, 1998) sobre la relación entre Francis Bacon (Derek Jacobi) y su amante George Dyer (Daniel Craig); la notable recreación del atormentado creador de la técnica del dripping en Pollock (2000) que interpreta y dirige Ed Harris o esas dos películas sobre Frida Kahlo: Frida. Naturaleza viva (1986) interesante trabajo firmado por Paul Leduc y la más comercial Frida (Julie Taymor, 2002) con Salma Hayek en el papel de la angustiada pintora.

Por otra parte, el cine ha sido un vehículo idóneo para indagar sobre los entresijos que rodean el misterio de la creación artística. En tono de documental, hay numerosos filmes que muestran al artista durante su proceso creativo, sobresaliendo títulos de la talla de Le mystère Picasso (Henri-Georges Clouzot, 1956), premiada en Cannes o El sol del membrillo (1992), acercamiento de Erice al mundo de Antonio López.

Una fuerte personalidad, una sensibilidad diferente, ser marginal y beligerante con la sociedad, solo algunos rasgos que hacen del artista (sea pintor, músico, escritor, etc) una figura proclive a la idealización, a la leyenda. Es la particular melodía de seducción del creador.

CARLOS TEJEDA
(1) Artículo publicado en el suplemento cultural ABCD LAS ARTES Y LAS LETRAS del diario ABC, nº 771, semana del 11 al 17 de noviembre de 2006, p. 52.