EL FAUSTO DE MURNAU SEGUN WILLEM BREUKER (1)

Willem Breuker (Ámsterdam, 1944) es una de las figuras más representativas del jazz holandés. No solo al frente de su Willem Breuker Kollektief, grupo que formó en 1974, sino como miembro fundador de su propia casa discográfica, BVHaast, en la que ha grabado la mayor parte de su producción discográfica. Pero su interés, además del jazz, incluye otros terrenos musicales como muestra el catálogo de su compañía: Nono, Ives, Berio, Xenakis o Weill a quien el saxofonista le dedicó un disco acompañado por la actriz y cantante Loes Luca. Además, su labor creativa alcanza otros campos como el teatro y el cine habiendo compuesto, dentro de este último, cerca de una decena de bandas sonoras. Entre ellas varias para el documentalista Johan van der Keuken -del que recientemente se acaba de sacar en DVD El ojo sobre el pozo (1988) y en cuyo material adicional, incluye el cortometraje On Animal Location (1994), con música precisamente de Breuker-.

En 2003, Breuker musicaliza el Fausto (1926) -recientemente editado en DVD por BVHaast- film que cierra la etapa alemana de Murnau y una de las producciones más costosas de la UFA por su compleja concepción visual (maquetas, efectos especiales, decorados, etc). Además de la meticulosidad del director de Amanecer (1927), en aquella época un joven de 38 años con obras maestras a sus espaldas como Nosferatu (1921), El último (1924) o Tartufo (1925), estas dos últimas también protagonizadas por Emil Jannings.

Al contrario de la controvertida versión de Giorgio Moroder para Metrópolis (Fritz Lang, 1926) en 1984 con canciones a cargo de algunas estrellas del pop de los primeros años ochenta, Breuker afronta el Fausto desde otra perspectiva bien diferente, a lo que se suma su admiración y respeto por el filme. No solo tiene en cuenta la época del mismo, de hecho hay muchas influencias de la música de aquel momento: principalmente la obra del citado Weill. Sino que a partir de ello dibuja una sólida arquitectura armónica rica en matices, siempre dentro de los cánones jazzísticos, dando cabida, al mismo tiempo, a múltiples y variadas articulaciones sonoras. En otras palabras, en su banda sonora conviven desde atonalidades casi cercanas al Free Jazz en secuencias como en la que el pueblo descubre el pacto entre el sabio y el diablo, el puro swing cuando Mefistófeles hace que un envejecido Fausto vea su propio rostro de joven reflejado en el agua de un recipiente que sostiene entre sus manos, a otros momentos en los que recurre a estructuras melódicas con aires medievales durante las escenas de la plebe dirigiéndose a la iglesia para celebrar la Pascua. Conjunto que, por otro lado, salpica con instantes puramente de vanguardia, en la línea -por situar al lector- de propuestas próximas a Emphasis & Flight (1961) de Jimmy Giuffre.

Pero además, Breuker aprovecha las ilimitadas combinaciones sonoras que le proporciona un más que compenetrado Kollektief: al completo en enérgicos ritmos cercanos a los postulados M-Base (Fausto y Mefistófeles sobrevolando la tierra, por ejemplo), hasta sutiles melodías apoyadas en soportes minimalistas (sobre dos notas repetitivas de trombón, los saxos van elaborando una melodía en el instante en que Fausto llega a su estudio en el que le espera el diablo; el solo, casi atonal, de la armónica en la muerte de Valentín, en duelo nocturno con el joven Fausto…). Por todo ello, la experiencia de Breuker se convierte en un paradigma de perfecta armonía entre jazz y cine.

CARLOS TEJEDA
(1) Artículo publicado en la revista CUADERNOS DE JAZZ nº 97, Noviembre/diciembre, 2006 pp. 38-39