CUANDO CHINA SOÑABA EN SILENCIO (1)

La condición cosmopolita que ya tenía una ciudad como Shanghai desde mediados del siglo XIX, hace que no solo tenga lugar la primera proyección cinematográfica en 1896 en China, sino que se convierta en la cuna de la industria del cine del país. De hecho, la mayor parte de las películas exhibidas durante las siguientes décadas serán foráneas, así como el capital de las primeras productoras. Se da, además, la particularidad de que se siguen rodando películas silentes hasta 1937, aunque el sonoro llegó en 1930.

Géneros como el melodrama y las artes marciales se hacen enormemente populares. Ejemplo de esto último es La heroína roja (Hong xia, Wen Yimin, 1929), donde una mujer recibe enseñanzas en artes marciales de un viejo maestro. Asimismo se cultiva la comedia: Romance de un vendedor de fruta (Zhi guo yuan/laogong zhi aiqing, Zhang Sichuan, 1922), en la que un frutero intenta ampliar la clientela a un galeno de cuya hija está enamorado.

Pero dos acontecimientos marcan el desarrollo del cine chino: la censura del Kuomintang, el Partido Nacionalista de Chang Kai-Chek, enfrentado con el Partido Comunista (liderado por Mao Tse-Tung a partir de 1931), y la invasión japonesa. Sucesos que inducen a muchos cineastas e intelectuales a un progresivo éxodo hacia lugares como Hong Kong. Es entonces cuando los guiones empiezan a reflejar los conceptos de la identidad de China como nación: Un ramo de Ciruelo (Yijian mei, Bu Wancang, 1931), en la que la rivalidad amorosa entre dos soldados da paso a la entrega por la patria; La gran carretera (Dalu, Sun Yu,1934), historia de un grupo de hombres que construyen una carretera de vital importancia para el ejército chino; o La reina del deporte (Tiyu Huanghou, Sun Yu, 1934), con alusiones patrióticas a través de la exaltación del espíritu deportivo.

Además se comienzan a rodar historias de fuerte contenido social. Una de las primeras Los gusanos de seda de la primavera (Chuncan, 1933), dirigida por Chen Bugao, cuenta las dificultades de una familia dedicada a la cría de gusanos de seda, a la vez que sufre la competencia de la industria foránea. Similar es el argumento de Los juguetes (Xiao wanyi, Sun Yu,1934), pero en ésta, la protagonista es una madre que fabrica y vende sus juguetes. Problemática que Sun Yu había tocado en El amanecer (Tianming, 1933), relato sobre las penurias de dos campesinos que emigran a la gran ciudad. Otro ejemplo lo constituye Un corderito extraviado (Mitu de Gaoyang, 1936), sobre un chico adoptado por una familia acomodada que prefiere estar con sus amigos pobres, y que dirigió Cai Chusheng, autor de otro destacado largometraje, Nuevas mujeres (Xin nüxing, 1934), que muestra la dificultades que soporta una profesora de música dedicada a escribir novelas en sus ratos libres.


Pero los nuevos aires de la Revolución Cultural de Mao, iniciada en 1949, con la que tanto soñaron éstos cineastas se volvió en su contra: no sólo las películas de este periodo se calificaron como malditas, sino que sufrieron de nuevo la censura, e incluso, algunos de ellos fueron perseguidos. El sueño se convirtió una vez más en mudo desencanto.

CARLOS TEJEDA
(1) Artículo publicado en el suplemento BLANCO Y NEGRO CULTURAL del diario ABC, nº 678, 29 de enero de 2005, p. 43.