Jean-Luc Godard, Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg en un momento del rodaje

SIN ALIENTO POR LAS CALLES DE PARÍS
A bout de souffle (Jean-Luc Godard, 1959)
Artículo publicado en la revista Cuadernos de Jazz nº 98, enero/febrero de 2007, pp. 26-27

Una mañana de diciembre de 1956, en los bancos de la estación de metro de Richelieu-Drouot, François Truffaut escribió unas notas sobre un papel tras un encuentro con Jean-Luc Godard. Los dos críticos del Cahiers du Cinéma no se imaginaron que aquellos apuntes acabarían convirtiéndose en A bout de souffle (Al final de la escapada). Film que Godard estrenó a finales de 1959, meses después de que Truffaut presentase en Cannes Los cuatrocientos golpes.

El director de cine Jean-Pierre Melville interpreta en el filme al escritor Parvulesco que, entre ruidos de reactores, da una rueda de prensa en el aeropuerto de Orly. Allí es bombardeado a preguntas, como aquella de «¿Cuál es su mayor ambición en la vida?» que le formula tímidamente la joven periodista Patricia Franchini (Jean Seberg) y a la que responde: «Ser inmortal y después morir». El caso es que Godard necesita un compositor y el propio Melville le recomienda uno: Martial Solal.

En esa época y con apenas 32 años de edad, el pianista goza de cierta reputación: ha grabado con figuras de la talla de Django Reinhardt, Sydney Bechet o Kenny Clarke, a la vez que ha creado su propio trío con Pierre Michelot y Jean-Louis Viali –formación por la que más tarde desfilarán, entre otros, Daniel Humair o Paul Motian–. Y además, acaba de estrenarse en el cine como compositor en Deux hommes dans Manhattan, un film del citado Melville, con quien repetiría en León Morin, Prêtre (1961).


À bout de souffle y Los cuatrocientos golpes marcan el inicio de la Nouvelle Vague término que, había sido usado por el semanario L’Express para el título de una encuesta sobre la juventud publicada el 3 de octubre de 1957. Vocablo que, al año siguiente, emplea por vez primera el crítico Pierre Billard en relación al nuevo cine francés en Cinema 58, y que se consolida en el Festival de Cannes de 1959 (1). Los aires nuevos que trae la Nueva Ola echan por tierra los tradicionales cánones del lenguaje cinematográfico reivindicando, al mismo tiempo, la figura del director como autor. A lo que se suma, entre otras cosas, los bajos costes de producción, el manejo de la cámara en mano o el uso de escenarios naturales, sea la propia calle o un apartamento. Y, por encima de todo, un espíritu de libertad creativa que se traduce en una mayor espontaneidad, frescura y vitalidad. Aspectos que, unidos a la instintiva naturalidad de los actores, desprende a borbotones A bout de souffle.

Y Solal no solo capta la idea de Godard sino que, al mismo tiempo, la propia concepción del filme le permite una mayor experimentación sonora(2). Por lo que desarrolla una vigorosa arquitectura armónica que enriquece a base de contrastes de sonidos y cambios de ritmo, que a su vez, adereza con mucho swing y salpica con destellos cercanos al hard bop y al cool en momentos precisos. Como muestran los violentos estallidos de la sección de viento, casi rozando el free, cuando Poiccard (Belmondo) huye corriendo por el campo tras matar a un policía, en contraposición al leit motiv principal, con toques cercanos al easy listening, en la secuencia siguiente que corresponde a su llegada a París. Variaciones que Solal lleva más lejos, creando nuevas sonoridades a base de combinar instrumentos: instantes de big band al completo frente a otros, como los casi minimalistas arpegios a piano solo, cuando Poiccard se limpia sus zapatos con el periódico, tras haberlo revisado para comprobar si ha trascendido su fechoría, por citar un ejemplo.

Por todo ello, y a pesar de que el pianista aún compondrá media docena de bandas sonoras más(3), su nombre se unió para siempre al cine: solo le bastó un leit motiv de cinco notas, ese que acompañaba las andanzas de Seberg y Belmondo por las calles de París.

CARLOS TEJEDA
Artículo publicado en la revista Cuadernos de Jazz nº 98, enero/febrero de 2007, pp. 26-27

Notas
(2) Datos extraídos de BAECQUE, Antoine de y TOUBIANA, Serge. Truffaut. Plot Ediciones. Madrid, 2005, p. 198.
(2) La música del filme la editó el sello Emarcy en 2003. Es el volumen 22 dentro de la colección Ecoutez le cinéma! e incluye otras bandas sonoras del pianista.
(3) Entre ellas: L’affaire d’une nuit (1960, Henri Verneuil), Los enemigos (Les ennemis, Edouard Molinaro, 1962); A escape libre (Echappement libre, Jean Becker, 1964) de nuevo con el binomio Seberg-Belmondo, Tres habitaciones en Manhattan (Trois chambres á Manhattan, Marcel Carné, 1965) o más recientemente Los actores (Les acteurs, Bertrand Blier, 2000).

Banda Sonora: músicos solistas
Martial Solal (p), Roger Guérin (tp), Piere Grossez (sa), Michel Hausser (vib), Paul Rovère (b), Daniel Humair (bat).
· En dos momentos los protagonistas escuchan el Concierto para clarinete de Mozart.

Ficha técnica y artística
Director: Jean-Luc Godard. 

Guión: Jean-Luc Godard según una historia original de François Truffaut.
Fotografía: Raoul Coutard. 
Música: Martial Solal y Mozart. 
Montaje: Cécile Decugis. 
Intérpretes: Jean-Paul Belmondo (Michel Poiccard alias Laszlo Kovacs), Jean Seberg (Patricia Franchini), Jean-Pierre Melville (Parvulesco), Henri-Jacques Huet (Berruti), Liliane David (Liliane), Daniel Boulanger (Inspector), Claude Mansard (vendedor de coches), Van Doule (periodista), Jean-Luc Godard (delator), Roger Hanin, Gérard Brach (fotógrafos de estudio).